The Asylum for Wayward Victorian Girls by
Emilie Autumn
My rating:
2 of 5 stars
I could have filled the Thames with my tears, yet not express half of what was inside me.
La música de Emilie Autumn ha estado para mí en los mejores y peores momentos de mi vida. Cuando mi depresión me consumía, sus letras me ayudaron a entenderla y sobrellevarla sin morir en el intento. Cuando me siento con ganas de reírme, recurro a su humor negro. Y cuando necesito que alguien hable con los rincones más secretos y oscuros de mi alma, permito que su voz me arrulle. Hay algo mágico y trágico en sus canciones y poesías que siempre me hace sentir recibida, comprendida y hasta aplaudida... Y es precisamente por eso que me duele admitir que este libro no me gustó.
Emilie está deprimida. Acaba de pasar por un aborto y su manager le ha suprimido los medicamentos que le ayudaban a sentirse mejor. Con tal de salir adelante de manera profesional y personal, Emilie busca ayuda en una institución psiquiátrica... Sólo para descubrir que, dentro de ella, todos están en su contra: las enfermeras planean encerrarla, el doctor de cabecilla la acosa y sus compañeros de habitación le roban sus cosas. Justo cuando Emilie siente que enloquecerá de verdad, comienza a encontrar unas cartas enviadas por una misteriosa chica de nombre Emily, quien, igual que ella, está atrapada en un asilo que, en lugar de buscar su mejoría, sólo quiere explotarla. Es por medio de estas cartas que Emilie encuentra una escucha y comienza a buscar la manera de transmitir sus historias, intentando liberarse a sí misma y a Emily.
¿Por qué no me gustó el libro, si en mi época gótica de secundaria-preparatoria lo hubiera adorado y alabado con cada palabra de mi léxico? Precisamente por eso: es un libro inmaduro. Emilie se muestra como una persona odiosa y petulante, Emily es un self-insert, una mary-sue como no había leído en AÑOS.
En este libro le pesqué mucho coraje a Emilie por la manera en que antagoniza al personal médico del psiquiátrico. Al internarse, esperaba que todos la trataran diferente por los traumas a los que había sometido... sólo para descubrir que no podía ser admitida hasta que no hubiera una cama libre para ella. Igual que en el mundo real. Acusa a su médico de ser un acosado porque sabe de ella y conoce sus canciones, cuando es
muy fácil encontrar todas las letras de todas sus canciones en una rápida búsqueda por Google o YouTube. Y lo que más me ofendió: se enoja con todas las enfermeras y la nutrióloga del hospital cuando la obligan a COMER.
Esta actitud fue la que más me cansó. Para quienes tienen tiempo siguiendo mis reseñas no es secreto que, desde 2015, mi mamá ha estado siendo internada y dada de alta para volver a ser internada en diferentes hospitales de la ciudad donde vivo. Ella tiene un tipo de cáncer que afecta a los ganglios, y los ganglios que más tenía enfermos eran los del estómago, lo que le causaba vomitar toda la comida que ingería. Mientras esto duró (pudieron quitarle esos ganglios y el problema no se ha vuelto a presentar, afortunadamente), los médicos la vigilaban
mucho. Y eso se los voy a explicar como mi abuelo (médico jubilado) nos lo explicó en familia: cuando un paciente deja de comer, significa que va a morir. Como médico, obviamente te interesa que tu paciente viva.
Por eso me fastidia tanto que Emilie acuse a las enfermeras de discriminación por su peso. Ella no quiere comer lo que le dan en el pisquiátrico y es la primera en ofenderse cuando los médicos muestran preocupación al respecto. Aprovecha la oportunidad para hablar de lo traumatizada que quedó luego de que, en su adolescencia, una asesora de imagen le dijera que "no era exactamente 'petite'". Y no estoy desacreditando esa mala experiencia, con la que más de una persona puede identificarse, ¡no! Me hubiera encantado ver a Emilie recibir ayuda profesional para superar el trauma y comer PARA PODER SER DADA DE ALTA. Porque le repiten más de una vez que no la dejarán irse hasta que no vean mejoría, y para ver que ella está mejorando ES NECESARIO QUE LA VEAN COMER.
¡Pero, no! Emilie no quiere comer y la nutrióloga es la villana por no permitir que escape del hospital donde es evidente que el doctor que leyó sus letras en internet quiere abusar de ella.
Admito que aquí fue cuando quise dejar de leer, porque de verdad quería mantener una buena imagen de una mis músicas favoritas y no quedarme con el recuerdo guardado de sus berrinches... Pero me quedé por Emily.
Como ya dije, Emilie comienza a descubrir cartas dirigidas a nadie y escritas por una tal Emily, que parece haber vivido en la época victoriana.
Emily es una hermosa jovencita pelirroja que, de niña, fue vendida a un conservatorio para convertirla en una virtuosa del violín. Y resultó ser toda un prodigio.
Desde niña, Emily fue educada para hacerle creer que, al crecer, se convertiría en una de las estrellas más admiradas de Inglaterra y que tocaría para la reina en persona. Pero la realidad es que, al hacerse mayor, fue vendida a un aristócrata sadista que tenía un fetiche por abusar de violinistas. Desde ese momento de su vida, Emily será maltratada y acosada por toda la sociedad, viéndose obligada a huir. Pronto, termina recluida en el asilo que da nombre a la novela. Ahí es cuando su verdadera pesadilla comenzará.
Emily es una de las mary-sue y self-inserts más descaradas que he leído, y ciertamente es deliciosa por eso mismo. Me dio mucha ternura leer la tragedia que culmina en su cicatriz en forma de corazón sobre una de sus mejillas, o la manera en que, al ser una de las pacientes más dulces y racionales del asilo, logra comunicarse con las ratas para que éstas la ayuden, o sobre cómo, a pesar de comer mal, recibir un solo baño luego de meses de mala higiene, sigue siendo una de las chicas más hermosas dentro del asilo, eso, sin volver a mencionar que es buenísima tocando violín. Las partes de Emily fueron las mejores de la novela, y me alegra que, en un momento, se apodera casi por completo de la narración. El libro hubiera sido mucho mejor si sólo se hubiera contado su historia ficticia, sin querer hacernos creer "los abusos" que Emilie tuvo que soportar hospitalizada... O, bueno, esa es mi opinión.
Creo que otros de los puntos que hizo flaquear mi lectura es cómo, tanto Emilie y Emily, nos dan breves vistazos de los abusos sexuales a los que fueron sometidas y unos cuantos detalles grotescos de los procedimientos médicos que las hacen soportar, pero disfrutan en entrar en morbosas descripciones de cómo hacen sufrir a sus víctimas masculinas apenas tienen la oportunidad. No lo sé... Ahí sí que se me hizo leer una especie de fetiche. Y no es como si las descripciones gráficas y escabrosas me dieran "cosita"; mi queja es más bien hacia el placer morboso de torturar y traumatizar a los hombres. Claro, bien me puedo quedar con la idea de "es que ellos se lo merecían", "ellos no eran víctimas, eran victimarios", pero, otra vez: hubiera preferido otro tipo de escenario. De la nada comencé a leer una novelización de
I spit on your grave, y, de nuevo, no hay problema... Sólo lo sentí un poco fuera de lugar. Pero no es lo único fuera de lugar. Sin dar spoilers, puedo asegurarles que los lectores se van a topar con un montón de situación raras, ridículas e increíbles en los rincones del asilo.
Fuera de eso, las letras de Emilie son de mis favoritas, y verlas escondidas o referenciadas en el libro me hizo sonreír. Que este libro no me haya gustado no me quitó el amor que siento a la autora y sus otros trabajos. ¡Es más! Cuando terminé de leer y vi que se está preparando un musical, me emocioné :D Amo el teatro musical y tengo la esperanza de que esta historia sirva más en ese formato que en el de libro digital. Espero con ansías ver al Capitán y a los doctores; desde ahorita estoy imaginando que amaré sus canciones, si es que logran tener una.
Dicho lo dicho, ¿ustedes han leído este libro? ¿Qué les pareció? No sé si se lo acercaría a mi yo de quince años, pero es posible que sí termine recomendándolo a otras personas.
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